Quiero ayudarte a preparar tu propia travesía. Tal vez es muy pretencioso de mi parte intentar aconsejarte cuando yo mismo pierdo la brújula todo el tiempo, pero quiero decirte algunas cosas que he aprendido en mi propio camino.
Más que advertirte, quiero que estés listo y que el recorrido no te mal sorprenda. Quizá no entiendas el contexto de mis palabras en este momento, pero cuando eso suceda, recuerda esta carta que escribí con cariño.
Número uno, la vida es un viaje lleno de retos y debes resistir. Te llegarán golpes que estás obligado a esquivar, y aunque te mueras de ganas, no siempre tendrás oportunidad de devolverlos.
La vida te sorprenderá de maneras inimaginables. Para bien o para mal las circunstancias cambian sin previo aviso. La mayor parte del tiempo es bueno dejarse llevar, no te preocupes, te asombrará ver lo que sucede al final de la tormenta.
Las derrotas no son siempre lo que parecen, aprenderás que en ocasiones se gana más perdiendo. Cuesta aceptarlo pero debes vivir con ello, tienes reinventarte cada que sea necesario. Por ahí leí que ningún mar en calma hizo experto a un marinero.
Cuando creas que ya lo diste todo, no será verdad, siempre puedes dar un poco más. Los desafíos nunca cesan, acéptalos como una coyuntura de crecimiento. Te darás cuenta que si lo das todo fortalecerás tu propia confianza para navegar mares aún más grandes.
Nunca pierdas tu capacidad de asombro. El ego y el orgullo frenan muchas capacidades del hombre, pierdes tu amabilidad, empatía y modos de relacionarte con los que te rodean; tu creatividad se reduce y con ello haces que tu mundo sea muy pequeño.
No hay adversario pequeño. Cuida y elige bien tus batallas y sobre todo: no subestimes a nadie. Puedes llevarte algunas desagradables impresiones a cuenta de quien menos lo esperas. Tengo una frase que me gusta repetir: “Todos tenemos un pequeño poder”.
Esto me lleva a decirte que la vida da muchas vueltas, a veces toca estar arriba y otras abajo, a veces toca navegar como capitán y otras como marinero. Nunca abuses del poder que dispongas. Eso no te hace un campeón y la verdad es de muy mal gusto.
Sé amable y ayuda a los que te encuentres en el camino. Todos necesitamos de todos, recuerda que nadie logra el éxito por sí solo. Agradece a quienes te brindan su confianza, y cuando te toque a ti, abre puertas a quienes lo necesitan.
Cometerás errores pero no debes castigarte por ello. Se vale intentar ser mejor cada día, pero no es justo que te reprimas duramente por lo que hiciste mal alguna vez. Mañana tendrás una oportunidad de hacer mejor las cosas. Ve hacia delante, lo pasado ya es historia.
Nadie es perfecto, no intentes serlo porque estarás destinado al fracaso.
La perfección es cosa divina y tú no eres de esa naturaleza. Vive como puedas y quieras, sin lastimar a nadie, ama a quien quieras y sé felíz lo más que puedas.
Hay tantas otras cosas que quiero decirte, que considero justo repetir este ejercicio más adelante. Me despido, pronto tendrás noticias nuevas de mi. Te ama, tu papá.