Llegué a los 30. Nunca me han importado tanto mis cumpleaños, pero esta ocasión sí. Hoy solo puedo repasar en mi mente el viaje tan increíble que me han regalado estas tres décadas.
Hoy sí me emociona bastante este día. Veo los pasos marcados en el camino y es abundante lo que ha sucedido en mi vida. He pasado de todo, muchos momentos maravillosos y felices, y como todos en este plano terrenal, también de tristeza y dolor; creo estos últimos me definieron más como ser humano.
Con franqueza, me siento conmovido por las lecciones que aprendí hasta este punto, valió la pena todo cuanto tuve que pasar para llegar a ser la persona que vi esta mañana en el espejo.
Soy muy emocional, antes me apenaba decirlo, pero hoy sé que eso me hace ser único. Todos tenemos obstáculos que vencer, y tengo que aceptar que en mi caso, durante un tiempo pesaron complejos, inseguridades y aceptarme tal cual soy. Conseguí más libertad, seguridad y paz mental.
Es obvio que no soy perfecto, me he equivocado, pero quién no lo ha hecho. Antes usaba mis errores para torturarme, pero acepté que a eso se viene aquí, a aprender. Con la frente en alto, me encuentro en la plenitud de todas mis emociones, me redimí.
Estoy en armonía. Llegué a esta etapa profundamente agradecido con Dios, con el universo y con cada una de las personas que me han ayudado en esta vida. Me enfrenté y alcancé metas que buscaba, me superé en muchos sentidos, y sin temor puedo decir que estoy muy orgulloso de mí, de Carlos, del niño.
Qué rápido pasa el tiempo, ya tengo 30, y sí, la verdad me veo más viejo.
Gracias Dios, por estar conmigo, por bendecirme enormemente estos años; estar aquí en este mundo, respirar, poder amar, aprender, sentir, vivir, es más que un privilegio.
Serán pocos o muchos, no lo sé, pero vaya que sí los he aprovechado al máximo. Eso para mí lo justifica todo, porque solo se vive una vez este viaje increíble.